Amor flamenco
Amor eterno. Así
definieron a lo nuestro unos humanos que nos vieron. Yo la espero todas las
tardes a la sombra de un árbol para reservarle el agua más fresquita.
En mi pico le
traigo sus algas preferidas y a veces, algunas diatomeas. Llegué a estar casi
una hora sumergido eligiendo la mejor comida para mi amada.
Aunque podemos
volar, también estamos capacitados para
sumergir nuestra cabeza para alimentarnos. Cuando está por llegar, con mi cuello dibujo un signo de
interrogación y muevo suavemente la cola para darle brillo a las plumas. Por
ella hago cualquier cosa.
Hace años
emigramos hacia otro lugar pero hacía frío y como buenos caribeños, amamos el
calor, el ritmo, los colores, por algo somos rosados para dar alegría y
ternura.
Si tarda en llegar
me apoyo sobre una pata y doblo la otra y luego cambio, así cuando viene estoy
descansado y puedo darle todos los mimos que me pide.
Nos amamos como
dos flamencos porque eso somos. Una vez vinieron unos fotógrafos y nos
retrataron y oí que uno decía: “ qué ejemplo para nosotros, sólo son flamencos
pero mirá el amor que se tienen, un amor eterno! “
Los dejo. Viene
mi media naranja, perdón… mi media flamenca.
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